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Es considera como una ceremonia de amistad y una atención especial para los invitados, expresa el mejor modo de socialización entre ellos. Aquí te platicaremos a detalle todo acerca de esta increíble ceremonia de carne, vino y amigos.

La invitación a una carne asada siempre es sinónimo de amistad, porque sabemos que ésta implicará dedicación y una atención especial para los invitados. El ritual empezará con una buena botana, para entretener y dar ánimo al parrillero, y así empezar con la preparación del fuego. Desde luego no faltará alguna bebida, desde la cerveza bien helada al más sofisticado vino, que maridará a la perfección con los cortes de carne más nobles.

El fuego nos hermana

Toda ceremonia tiene sus pasos y el encendido del fuego requerirá conocimiento y habilidad. Cada parrillero tendrá su técnica para dar vida al carbón o la leña, cualquiera sea la materia prima que se elija para la ocasión. Papel, alcohol, astillas de madera u ocote para acelerar el encendido, utilizar la técnica del volcán o el fuego desde abajo, cada invitado que se acerque a la parrilla querrá dar su consejo, pero la elección es siempre del parrillero. Lo que sigue será esperar el tiempo prudente para ver  convertido el fuego en brasas, que cocinarán lentamente los cortes de carne para alcanzar el punto deseado.

Se acepta la buena compañía, pero no las opiniones

Desde la técnica de encendido, al tratamiento de la carne y el término de cocción, quien tiene la palabra es quien está al frente de la parrilla, que acepta mejor la compañía que las opiniones. Donde manda parrillero, no opina comensal. Sin embargo, no faltará quien quiera reavivar el debate acerca de si es necesario marinar o no las carnes. Los puristas defenderán el sabor auténtico de un buen corte, aderezado con sal de grano, mientras otros insistirán en que se pueden mejorar los sabores y texturas de la carne remojándola en cerveza, limón, salsas y especias, entre otros ingredientes.

¡Todos a la mesa!

La autoridad bien ganada del parrillero se trasladará a la mesa, ya que su sabiduría alcanza hasta para adivinar el gusto de los invitados y dar su recomendación para cada uno. Harán su aparición las guarniciones, desde las básicas tortillas calientitas, de harina si es al uso norteño, de maíz para el resto de la república, hasta el guacamole, salsas y, por qué no, unos buenos frijoles. Así se llegar al momento de compartir, de sentarse con la familia y amigos invitados para empezar a degustar las delicias que van saliendo del fuego.

El ingrediente básico en este momento serán las buenas pláticas, los recuerdos compartidos, los chistes y anécdotas contados una y otra vez, porque de esto se trata la carne asada: de compartir, de estar, de vivir, de atender y ser atendido, de ayudar, de servir, de brindar y de pasar una tarde muy agradable y desenfadada, rodeados de la mejor compañía.

Fuentes: 

  1. https://es.paperblog.com/el-ritual-de-la-carne-asada-en-monterrey-1973991/
  2. http://www.sinembargo.mx/26-08-2016/3083137
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